'El Bronco'
Por Luis Carlos
Ugalde
Crece la probabilidad de que sea
el próximo gobernador de Nuevo León. Cinco razones. Primera, el hartazgo con el
bipartidismo PRI-PAN. Ambos han gobernado la entidad y los municipios más
importantes y hay historias de corrupción y abuso del poder que involucran a
miembros de ambos partidos. Los niveles de corrupción que se señalan del actual
gobierno estatal han traspasado límites tolerables.
Segunda, la postulación de la
candidata del PRI que se percibe sin la experiencia y talento para gobernar. Un
segmento del sector empresarial deseaba que el candidato fuera Ildefonso
Guajardo, secretario de Economía, un funcionario respetado y con experiencia
política en la entidad. En el caso del PAN, la postulación de su candidato
tampoco despertó entusiasmo: se dice que de haber sido Fernando Elizondo el
abanderado –quien ante la negativa de ser postulado renunció para ser
abanderado por Movimiento Ciudadano– el PAN podría haber ganado la gubernatura.
La tercera razón de un probable
triunfo de El Bronco es la innovadora campaña a través de medios sociales que
le ha permitido atraer a decenas de miles de simpatizantes a pesar de tener el
espacio cerrado en muchos medios de comunicación locales.
Cuarta, el apoyo discreto del
sector empresarial que ve al candidato rebelde con simpatía a pesar de la
“presión” ejercida desde el centro para que se apoye a la candidata del PRI.
Y quinto, la declinación de Elizondo
la semana pasada constituye un acicate para mitigar los negativos del candidato
independiente. Si El Bronco genera temores por su potencial populismo o sus
modos dicharacheros, Elizondo es justo lo contrario: mesurado, equilibrado y
con fama de honesto. La combinación puede ser virtuosa.
Si se concreta su triunfo se
trataría del evento político del año y quizá uno de los momentos de quiebre del
sistema de partidos como lo conocemos hoy. No significa inaugurar la democracia
ciudadana sino generar una nueva gama de incentivos para la transformación de
los partidos. Ni las encuestas de desaprobación ni las marchas ni la crítica
social han sido motivos poderosos para que los partidos ajusten sus prácticas
habituales, mejoren la selección de candidatos y combatan la corrupción que los
carcome. El triunfo de un candidato sin el aval de partidos políticos (este es
el término descriptivo adecuado, no candidato ciudadano) sería un shock de
enormes proporciones que motivaría con mayor eficacia el cambio al interior de
los partidos y su fortalecimiento.
Ciertamente El Bronco puede ser
muy bronco y de impulsos caudillistas y populistas, pero es de bajo riesgo por
cuatro razones. Primero, porque ocurre en Nuevo León, una entidad con un sector
empresarial de mucho peso que sí actúa como balance real del poder político.
Segundo, porque también existe una sociedad civil organizada que ejerce crítica
de gobierno. Tercero, porque hay algunos medios de comunicación con
independencia que son cajas de resonancia de los problemas de la entidad. Y
cuarto, porque El Bronco ha mostrado disposición para integrar su equipo de
gobierno con personalidades de la academia, el mundo empresarial y diversos
gremios.
Quizá el mayor riesgo de un
eventual gobierno “independiente” sea la falta de resultados. Una
administración llena de buenos deseos pero sin agenda clara; mucha pasión y
energía pero sin estrategia para hacer que las cosas ocurran; muchas
iniciativas que se congelen en el Congreso local; muchos talentos individuales
que no se traduzcan en un gobierno talentoso; muchas personalidades sin
coordinación como un Montessori a la Fox. El mayor riesgo es el desencanto con
la figura de candidatos independientes que al final del día acabe justificando
el statu quo y generando aún más dudas de que sea posible una vía diferente a
la que conocemos.
Pero aun con ese riesgo, Nuevo
León puede darse el lujo de un experimento alternativo porque tiene la
fortaleza empresarial y social para contrarrestar cualquier locuacidad que
surgiera del gobierno del estado. Y el beneficio sería para el país: conocer
los alcances y limitaciones de la llamada democracia ciudadana y obligar a una
refundación de los partidos.
“El Bronco ya ganó la campaña -me
dijo hace poco un estratega político-, pero no sé si ganará la elección”. Aun y
cuando no ganase el 7 de junio, su éxito es ya un precedente para la elección
presidencial de 2018. Si ganase la contienda, no sólo sería él un potencial
candidato en aquel año, sino que cundiría el ejemplo y habría muchos interesados
en serlo y muchos en patrocinarlos.
No creo en la democracia al
margen de los partidos; creo que el discurso y retórica de la antipolítica
conduce al final del día a más demagogia, autoritarismo y abuso del poder. Pero
tampoco veo cómo los partidos quieran cambiar a menos que sean obligados desde
afuera. Por esa simple razón, la de que el sistema de partidos se fortalezca,
creo que el triunfo de El Bronco sería una magnífica noticia para México.
Twitter: @LCUgalde
26.05.2015
<< Home